domingo, 11 de febrero de 2007

REFLEXIONES

Empezare a describir brevemente el procedimiento que en Atenas se había establecido para discernir entre lo correcto y lo incorrecto. En un gran edificio que representaba el Tribunal de los Heliastas con estrados de madera para el jurado en un extremo y en el otro una tribuna para la acusación y para el acusado. Los juicios comenzaban con un discurso a cargo de la acusación, seguido de un alegato de la defensa. Un jurado que oscilaba entre los doscientos y los dos mil quinientos miembros, indicaba en qué lado recaía la verdad, mediante una votación con papeletas o a mano alzada. Para la ciudad la opinión de la mayoría se equiparaba a la verdad.
El día del juicio de Sócrates formaban parte del jurado quinientos ciudadanos. La acusación presentada ante el Arconte rey estaba formulada en estos términos: “Sócrates es culpable de no reconocer como dioses a los dioses de la ciudad y tratar de entronizar, por el contrario, otros falsos. Asimismo, es responsable de corromper a la juventud, por todo ello, la pena que para él se solicita es la muerte.” Fue presentada por Anitos (hijo de un rico industrial llamado Antemión, estratega fracasado, corruptor de jueces, adicto y defensor de los oradores populares, amigo siempre del sol que más calentaba, proscripto, conspirador, desleal y muy influyente tras la restauración democrática); Meletos, joven ambicioso, poeta mediocre y sin talento pero muy ávido de popularidad que por obtenerla no les detienen los medios más indignos. Y Likón orador diestro en la intriga y cuyas habilidades fueron juzgadas por Anitos como la más favorables a su empresa. Anitos odiaba a Sócrates y quería satisfacer su vanidad herida por el filósofo que había expuesto juicios referentes a los Jefes del partido popular, al que pertenecía, de esto hace referencia Platón en su obra el Menón.
Fue muy breve la deliberación de los miembros del jurado, doscientos veinte decidieron que Sócrates no era culpable y doscientos ochenta que sí lo era. Sócrates comprendió que no tenía ninguna posibilidad. Carecía incluso de tiempo para presentar debidamente sus argumentos. Los acusados sólo disponían de unos minutos para dirigirse al jurado, hasta que el agua pasase de una jarra a otra en el reloj del tribunal. Tanto es así que el filosofo reaccionó con ironía al escuchar el veredicto diciendo: “en efecto, no creía que iba a ser por tan poco, sino por mucho”.
Por eso en su defensa no desesperó y no utilizó los recursos de los sofistas para persuadir. Habló serenamente y aceptó del mismo modo la condena. En otros diálogos se refleja la voluntad de amigos, allegados del filósofo de que pudiera escapar y aún teniendo los medios que estos le ofrecían no huyó de la sentencia de muerte y la prefirió heroicamente y esto es de rescatar de su figura histórica. Hoy en día nuestro país esta sumergido en una profunda crisis institucional por el no respeto de la ley y la contraposición del actuar de Sócrates representa el respeto que todo ciudadano honrado le debe a las leyes, al Estado y la patria, para acabar afirmando que ni a la injusticia es lícito responder con la injusticia.

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